miércoles, 17 de septiembre de 2008

la vuelta al cole sin estrés

El cambio brusco, de disfrutar de mucho tiempo sin tener que cumplir apenas exigencias a todo lo contrario, puede dar lugar a que tu hijo se sienta estresado. Enseñándole a manejarlo, la vuelta al colegio no tendrá por qué ser una fuente de estrés.
Aunque la palabra estrés se utiliza en muchas conversaciones, se trata de un mecanismo automático que aumenta los niveles de activación física y psicológica ante una demanda propia o del entorno. Por ejemplo, una demanda propia sería pensar en que hemos de hacer perfecta una exposición en clase y una externa, que nos dijeran que mañana vamos a tener que hacer cuatro exámenes. Ante las demandas, la persona puede pensar que está perfectamente capacitada para desempeñar las actividades (y su nivel de activación no sufriría cambios) o que no tiene ni el tiempo ni los recursos necesarios para cumplirla (y el cuerpo y la mente se activarían para asegurar que dispongamos de energía para ejecutar la tarea).
Sin embargo, cuando la activación es demasiado elevada, en lugar de ayudar, lo que genera es gran malestar físico (dolores de cabeza, musculares, malestar estomacal, etc.), psicológico (sentimientos de impotencia, pérdida de autoestima, cambio de humor,…) e incluso problemas sociales (irascibilidad con los demás, insociabilidad, actitudes violentas, etc.).Ante este estado, la persona con estrés realiza intentos para superar la situación. Si cuenta con los recursos necesarios, puede superar su estrés y volver a un estado de relajación. Sin embargo, a veces las herramientas de las que dispone no son adecuadas, con lo que no consigue relajarse.

¿Qué situaciones pueden producir estrés en el niño?
Los niños interpretan la realidad desde una perspectiva diferente a la de los adultos. Lo que para tu hijo puede ser una situación amenazante, para ti puede pasar desapercibida. Algunas circunstancias que pueden ser fuente de estrés para tu hijo son:
* La falta de control de esfínteres.
* La pérdida de alguno de los padres.
* Perderse o estar solo.
* Sufrir acoso por parte de compañeros.
* Ser el último en lograr algo en clase, en juegos, en deportes.
* Ser ridiculizado por otros niños.
* Observar peleas entre los padres.
* Mudarse de casa, cambiar de colegio, de clase.
* Tener que ir al médico, al dentista.
* Hacer exámenes.
* Hablar en público.
* Suspender.
* Romper o perder cosas.
* Llegada de un nuevo hermano.
* Llegar tarde.
* Separarse de los padres.
* Exceso de tareas escolares.
* Gran cantidad de actividades extra-escolares.
* Paso de Primaria a Secundaria.
* Enfrentarse a situaciones nuevas.

¿Qué señales pueden advertirte de que tu hijo se siente estresado?
Si tu hijo está sufriendo estrés, es probable que puedas detectar alguna de las siguientes respuestas:Físicas:
Aumento de la frecuencia cardiaca.
Sudor de manos.
Cambios en la coloración de la piel.
Tensión muscular.
Cambios en la temperatura.
Respiración agitada, entrecortada.
Palpitaciones.
Falta de respiración.
Malestar estomacal.
Náuseas, vómitos, falta de apetito o apetito excesivo.
Dolor de cabeza.
Temblores.
Necesidad de orinar o defecar más de lo habitual.

Motoras:
Mover constantemente brazos y piernas.
Repetir tics.
Tocarse el pelo, morderse las uñas, chuparse los dedos.
Morder y humedecerse los labios.
Cerrar los ojos.
Evitar contacto visual.
Buscar proximidad física de personas de apoyo.
Aferrarse al adulto.
Decir que tiene miedo.
Agredir verbal o físicamente.
Distraerse fácilmente.
Temblor de labios.
Voz temblorosa.
Tartamudeo.
Lentificación/rapidez del habla.
Llanto. Gritos y rigidez.

Pensamientos:
Miedo a ser herido, al peligro, temor a la desaprobación y autocrítica, a la incapacidad e incompetencia o tendencia a imaginar monstruos.

¿Cómo puedes enseñarle a controlarlo?
La reacción de tu hijo frente al estrés va a depender de las características de la situación estresante, de cómo lo interprete y de las herramientas de las que disponga.

Puedes ayudarle a prevenirlo (o superarlo) prestándole tu apoyo y enseñándole nuevas estrategias.
* Anímale a hacer preguntas, a expresar sus temores o preocupaciones.
Escúchale con atención, sin menosprecios ni críticas.
Intenta ponerte en su lugar, comprendiendo que lo que para ti puede carecer de importancia, para él puede ser vital.
* Enséñale a reconocer sus reacciones. Obsérvalas y presta atención a sus expresiones. Actúa como espejo de tu hijo, para que él pueda aprender a detectarlas.
* Enséñale a pensar o interpretar la situación estresante de manera diferente. Si detectas que tu hijo está interpretando la situación como fuera de su control, aprovecha para enseñarle a guiar su pensamiento, a modificar su diálogo interior por otro que produzca calma.
* Anticípate a las situaciones que pueden producir estrés a tu hijo. Mantenle informado de posibles cambios (de colegio, de casa, de trabajo de uno de los padres, de situación familiar, etc.). * Actúa como modelo de reacciones positivas ante situaciones estresantes. El niño puede aprender a enfrentarse a las demandas observando las actitudes de los adultos. También puedes señalarle cómo actúan otros niños de su edad. Ten precaución y tacto al hacerlo para que no se sienta comparado.
* Puedes pedirle que piense en su héroe y diga cómo cree que actuaría para vencer el estrés. También puede inventar un cuento en el que un personaje ha de enfrentarse a una situación estresante. De esta forma, el niño pensará en estrategias que él mismo puede utilizar. Así podrás animarle a actuar como sus personajes favoritos.
* Premia a tu hijo cuando se enfrente a la situación temida y procura no prestar excesiva atención a las reacciones inapropiadas para evitar que las mantenga.
* Enséñale a administrar su tiempo. Realiza junto a él un horario realista. Guía a tu hijo para que no se sienta desbordado por el exceso de actividades y obligaciones. Procura que todos los días le quede tiempo para el ocio y la relajación.
* Cuando haya exceso de demanda, aprovecha para enseñarle a establecer prioridades, a tomar decisiones, a solucionar los problemas y a desglosar las tareas en pequeños pasos para poder percibirlas como alcanzables. Esto le ayudará a centrarse en lo que ha avanzado más que en lo que le queda por hacer.
* Intenta no descuidar los aspectos físicos. Crear hábitos adecuados de sueño, alimentación y práctica de ejercicio físico previene la aparición de estrés.
* Si los síntomas y el malestar se mantienen, consulta al psicólogo para que pueda evaluar y tratar o asesorarte para que puedas ayudar a tu hijo a controlar el estrés.
Diferencia entre el estrés y otros estados de ánimo.
ESTRÉS Es una respuesta que se activa cuando la persona es expuesta a una fuerte presión ambiental y no tiene tiempo y/o recursos para ejecutarla de manera eficaz, lo que suele generar malestar.MIEDO Es una emoción instantánea y automática que se activa ante un peligro inmediato y nos prepara para la acción (huida o lucha).ANSIEDAD Es la emoción de miedo o temor con mayor intensidad y de forma más duradera.FOBIA Miedo extremo y desproporcionado que se activa ante un estímulo determinado (como las arañas, las alturas, los espacios cerrados). Es irracional, involuntario y de gran intensidad.
Estilos poco eficaces de enfrentamiento al estrés.
DEPENDIENTE. El niño muestra falta de autoconfianza, dificultad para aceptar las críticas, escasa asertividad y poca participación en actividades.REPRIMIDO. Se muestra extremadamente sensible, temeroso ante nuevas situaciones, tiene falta de confianza y se preocupa innecesariamente. PASIVO-AGRESIVO. Disminuye su rendimiento académico, posterga sus deberes, se muestra poco cooperativo y despistado.IMPULSIVO. Se vuelve exigente, desafiante, muestra dificultades en sus relaciones con otros niños, es excesivamente activo y descuida sus tareas

Reacciones de los niños que no saben controlar el estrés
* Lo acepta y se resigna porque vive la situación como fuera de su control y se somete a su destino.
* Siente que no puede controlar la emoción y se descarga exteriorizándola de manera intensa.* Para compensar su frustración, busca fuentes alternativas de satisfacción.
* Evita pensar en ello y recurre a fantasías o a negar la situación.

Los pasos del diálogo interno adecuado.
1.- Preparación: No hay razón para preocuparse. Lo superaré y estaré bien.
2.- Confrontación: Organízate. Hazlo paso a paso y sin correr. Puedo pedir ayuda si lo necesito. Ya he salido de situaciones peores.
3.- Afrontar el miedo: Relájate. Respira hondo. Presta atención a lo que tienes que hacer ahora.
4.- Anticipar consecuencias positivas: Cuando haya pasado, ¡te sentirás genial!
5.- Reforzar el éxito: ¡Logrado! Lo has hecho muy bien. Has comprobado que puedes relajar la tensión.

Síntomas de falta de administración de tiempo
* Precipitación.
* Vacilación entre alternativas.
* Fatiga y apatía tras horas de actividad no productiva.
* Incumplimiento constante de compromisos.
* Sensación de estar desbordado por las demandas.
Julia Silva García.

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