miércoles, 17 de septiembre de 2008

Los peques a la Guardería

Para algunos bebés, la separación de su madre después de las vacaciones es una novedad. Para otros, es tan solo un regreso. Pero, en cualquier caso, es un momento importante que hay que preparar por anticipado.
Hoy en día somos mayoría las mujeres que trabajamos y que dejamos a nuestro hijo al cuidado de otra persona. Muchas madres y muchos bebés han pasado ya por esa experiencia... ¡y no les ha ido tan mal! Pero no es extraño que temamos el momento en que tendremos que dejar a nuestro bebé en otras manos y que, el día D, los dos derramemos alguna lágrima. Para facilitar esa separación, tanto si es la primera vez como si no, los especialistas nos ofrecen algunas claves.

Escuchemos a las veteranas
La experiencia de otras madres que ya han pasado por la misma situación puede ser clarificadora. Al hablar con ellas, nos calmamos. Nos enteramos de que también ellas dramatizaron el acontecimiento y que, con el tiempo, se dieron cuenta de que no merecía la pena.Podríamos hablar de ese primer día de guardería con alguna “veterana”. La mayor parte de ellas nos tranquilizará. También para ellas fue un pequeño trauma y, al cabo de tres días, ya se iban a trabajar mucho menos angustiadas. ¿Por qué en nuestro caso iba a ser distinto?

La reacción de nuestro pequeño
Si para nosotras, las madres, es duro separarnos de nuestro hijo, ¿qué no le ocurrirá a él? Según los especialistas, “cuando a un bebé se le separa de su madre de forma un poco prematura y no deseada, sus reacciones de apego son muy fuertes y el niño se queja enérgicamente. Quiere quedarse agarrado a su madre y se subleva contra esa separación que le imponen. Luego viene el momento de la depresión, en el que el niño deja de quejarse. Por fin, en una tercera fase, el pequeño manifiesta interés por lo que le rodea y se muestra contento de estar ahí. Enseguida se da cuenta de que su madre viene a buscarlo cada vez que lo deja. Es todo lo que necesita saber para tranquilizarse”.Si permanecemos unos minutos detrás de la puerta de la guardería o de la habitación en que se queda con la profesora, comprobaremos personalmente que el llanto de nuestro retoño cesa rápidamente en cuanto nos damos la media vuelta. Y si eso no basta para tranquilizarnos, un día podemos salir del trabajo más temprano e ir a ver al niño: encontrarlo durmiendo tranquilamente, o jugando, calmará nuestra angustia.

Confiemos en el bebé...
Los bebés no están ni mucho menos desamparados ante una separación.
No es algo nuevo para ellos, porque han vivido ya la separación más grande: el nacimiento. Tienen recursos para manejar la situación. El bebé es capaz de evocar a su madre con el pensamiento cuando ella está ausente para soportar mejor la separación.
Cuando vemos que un bebé de 3 ó 4 meses se pasa la mano por la cara o se frota la mejilla con la cara interior de la cuna es que está intentado recrear una atmósfera de contactos que le recuerda la proximidad física con su madre que tanto aprecia.
El bebé aprende a esperar a base de sensaciones.En nuestras manos está el acostumbrarlo paulatinamente, antes de que entre en la guardería o de que lo dejemos con la profesora, a esos momentos en los que cada uno tiene sus propias ocupaciones: él, en su cuna o en su sillita, y nosotras, en la misma habitación o en la de al lado. Esas “microseparaciones” le ayudarán a soportar mejor la que está por llegar. Además, hay que tener en cuenta que a veces el bebé quiere estar solo, lejos de nuestros brazos, y desea que le concedamos ese tiempo de “soledad”. Pasar bruscamente de estar todo el día en brazos a vivir ocho horas lejos de mamá equivaldría a garantizar el fracaso.
Para manejar bien este cambio, basta con que escuchemos a nuestro bebé. Cuando se despierta de una buena siesta y aún no llora de hambre, no tenemos por qué sacarlo corriendo de la cuna. Mientras no pida nada, dejémosle vivir tranquilo, sin intervenir.
... y procuremos hablarle
Ya solo quedan unos días para el día D. Es el momento de anunciarle que su vida va a cambiar un poco, y la nuestra también. La separación no tiene que caer como una bomba. Hay que tomárselo con tiempo y hablar, explicarle que él va a ir a la guardería y nosotras a trabajar.
Es importante que empiece a hacer suya esa idea, a pensar en ella, aunque aún no sepa hablar.
A los 3 meses, la palabras no son realmente tan importantes. Lo que importa es el tono. Por eso, es aconsejable que las madres inventen una pequeña historia para la ocasión y la repitan de forma regular, como una salmodia: “Aquí está mamá y aquí la profesora. Mamá se irá y mamá volverá”. Una cancioncilla agradable para ayudar al bebé a aceptar ese cambio de forma suave.Y si es un grandullón que ya fue a la guardería antes, reactivemos sus recuerdos: hablémosle de sus compañeros y de las profesoras o cuidadoras que le gustaban. Pero antes debemos asegurarnos de que su mejor amigo o su profesora preferida no se han ido a otro sitio.

Adelantemos el regreso...
No hay nada más duro para un niño que pasar bruscamente del lugar de vacaciones a la guardería o a casa con la profesora. Hay que aterrizar con suavidad. Unos días menos de vacaciones no suponen una pérdida tan grande al lado de un buen aterrizaje.
A los niños les da seguridad saber que cada cosa vuelve a su lugar. El retorno a su mundo familiar es un factor de equilibrio. Del mismo modo, un periodo de adaptación a la guardería o a la profesora es esencial. Esos pequeños momentos en los que llevamos al niño a que conozca la guardería o a su cuidadora constituyen una etapa primordial, en primer lugar para nosotras. Esas visitas son muy tranquilizadoras para la madre. Ver cómo se comporta la persona que va a cuidar de nuestro hijo nos ayudará a tener confianza en ella. Y, sobre todo, hay que quitarse de la cabeza esa idea demasiado machacona de que “solo una madre puede entender a su bebé y hacerlo feliz”. Sin duda somos las mejor preparadas para ello, ¡pero los demás también saben hacerlo!
... y procuremos una transición suave
“Por favor, mamá, no tardes mucho”... Si nuestro bebé pudiera hablar, es lo que sin duda nos diría durante los primeros días. Para que el pequeño coja mejor y más rápido el ritmo cotidiano, es bueno que la inmersión sea progresiva.¿Cuál es la solución? Lo ideal, claro está, es intentar salir del trabajo un poco antes. Pero como eso no siempre es posible, pidamos ayuda a papá: un día cada uno, por ejemplo. No lleva mucho tiempo. También podemos pedir ayuda a la abuela o contratar a una niñera que nos lo traiga a casa: aunque no estemos nosotros, recuperará encantado su acogedor universo mientras espera a que volvamos...c.p.

la vuelta al cole sin estrés

El cambio brusco, de disfrutar de mucho tiempo sin tener que cumplir apenas exigencias a todo lo contrario, puede dar lugar a que tu hijo se sienta estresado. Enseñándole a manejarlo, la vuelta al colegio no tendrá por qué ser una fuente de estrés.
Aunque la palabra estrés se utiliza en muchas conversaciones, se trata de un mecanismo automático que aumenta los niveles de activación física y psicológica ante una demanda propia o del entorno. Por ejemplo, una demanda propia sería pensar en que hemos de hacer perfecta una exposición en clase y una externa, que nos dijeran que mañana vamos a tener que hacer cuatro exámenes. Ante las demandas, la persona puede pensar que está perfectamente capacitada para desempeñar las actividades (y su nivel de activación no sufriría cambios) o que no tiene ni el tiempo ni los recursos necesarios para cumplirla (y el cuerpo y la mente se activarían para asegurar que dispongamos de energía para ejecutar la tarea).
Sin embargo, cuando la activación es demasiado elevada, en lugar de ayudar, lo que genera es gran malestar físico (dolores de cabeza, musculares, malestar estomacal, etc.), psicológico (sentimientos de impotencia, pérdida de autoestima, cambio de humor,…) e incluso problemas sociales (irascibilidad con los demás, insociabilidad, actitudes violentas, etc.).Ante este estado, la persona con estrés realiza intentos para superar la situación. Si cuenta con los recursos necesarios, puede superar su estrés y volver a un estado de relajación. Sin embargo, a veces las herramientas de las que dispone no son adecuadas, con lo que no consigue relajarse.

¿Qué situaciones pueden producir estrés en el niño?
Los niños interpretan la realidad desde una perspectiva diferente a la de los adultos. Lo que para tu hijo puede ser una situación amenazante, para ti puede pasar desapercibida. Algunas circunstancias que pueden ser fuente de estrés para tu hijo son:
* La falta de control de esfínteres.
* La pérdida de alguno de los padres.
* Perderse o estar solo.
* Sufrir acoso por parte de compañeros.
* Ser el último en lograr algo en clase, en juegos, en deportes.
* Ser ridiculizado por otros niños.
* Observar peleas entre los padres.
* Mudarse de casa, cambiar de colegio, de clase.
* Tener que ir al médico, al dentista.
* Hacer exámenes.
* Hablar en público.
* Suspender.
* Romper o perder cosas.
* Llegada de un nuevo hermano.
* Llegar tarde.
* Separarse de los padres.
* Exceso de tareas escolares.
* Gran cantidad de actividades extra-escolares.
* Paso de Primaria a Secundaria.
* Enfrentarse a situaciones nuevas.

¿Qué señales pueden advertirte de que tu hijo se siente estresado?
Si tu hijo está sufriendo estrés, es probable que puedas detectar alguna de las siguientes respuestas:Físicas:
Aumento de la frecuencia cardiaca.
Sudor de manos.
Cambios en la coloración de la piel.
Tensión muscular.
Cambios en la temperatura.
Respiración agitada, entrecortada.
Palpitaciones.
Falta de respiración.
Malestar estomacal.
Náuseas, vómitos, falta de apetito o apetito excesivo.
Dolor de cabeza.
Temblores.
Necesidad de orinar o defecar más de lo habitual.

Motoras:
Mover constantemente brazos y piernas.
Repetir tics.
Tocarse el pelo, morderse las uñas, chuparse los dedos.
Morder y humedecerse los labios.
Cerrar los ojos.
Evitar contacto visual.
Buscar proximidad física de personas de apoyo.
Aferrarse al adulto.
Decir que tiene miedo.
Agredir verbal o físicamente.
Distraerse fácilmente.
Temblor de labios.
Voz temblorosa.
Tartamudeo.
Lentificación/rapidez del habla.
Llanto. Gritos y rigidez.

Pensamientos:
Miedo a ser herido, al peligro, temor a la desaprobación y autocrítica, a la incapacidad e incompetencia o tendencia a imaginar monstruos.

¿Cómo puedes enseñarle a controlarlo?
La reacción de tu hijo frente al estrés va a depender de las características de la situación estresante, de cómo lo interprete y de las herramientas de las que disponga.

Puedes ayudarle a prevenirlo (o superarlo) prestándole tu apoyo y enseñándole nuevas estrategias.
* Anímale a hacer preguntas, a expresar sus temores o preocupaciones.
Escúchale con atención, sin menosprecios ni críticas.
Intenta ponerte en su lugar, comprendiendo que lo que para ti puede carecer de importancia, para él puede ser vital.
* Enséñale a reconocer sus reacciones. Obsérvalas y presta atención a sus expresiones. Actúa como espejo de tu hijo, para que él pueda aprender a detectarlas.
* Enséñale a pensar o interpretar la situación estresante de manera diferente. Si detectas que tu hijo está interpretando la situación como fuera de su control, aprovecha para enseñarle a guiar su pensamiento, a modificar su diálogo interior por otro que produzca calma.
* Anticípate a las situaciones que pueden producir estrés a tu hijo. Mantenle informado de posibles cambios (de colegio, de casa, de trabajo de uno de los padres, de situación familiar, etc.). * Actúa como modelo de reacciones positivas ante situaciones estresantes. El niño puede aprender a enfrentarse a las demandas observando las actitudes de los adultos. También puedes señalarle cómo actúan otros niños de su edad. Ten precaución y tacto al hacerlo para que no se sienta comparado.
* Puedes pedirle que piense en su héroe y diga cómo cree que actuaría para vencer el estrés. También puede inventar un cuento en el que un personaje ha de enfrentarse a una situación estresante. De esta forma, el niño pensará en estrategias que él mismo puede utilizar. Así podrás animarle a actuar como sus personajes favoritos.
* Premia a tu hijo cuando se enfrente a la situación temida y procura no prestar excesiva atención a las reacciones inapropiadas para evitar que las mantenga.
* Enséñale a administrar su tiempo. Realiza junto a él un horario realista. Guía a tu hijo para que no se sienta desbordado por el exceso de actividades y obligaciones. Procura que todos los días le quede tiempo para el ocio y la relajación.
* Cuando haya exceso de demanda, aprovecha para enseñarle a establecer prioridades, a tomar decisiones, a solucionar los problemas y a desglosar las tareas en pequeños pasos para poder percibirlas como alcanzables. Esto le ayudará a centrarse en lo que ha avanzado más que en lo que le queda por hacer.
* Intenta no descuidar los aspectos físicos. Crear hábitos adecuados de sueño, alimentación y práctica de ejercicio físico previene la aparición de estrés.
* Si los síntomas y el malestar se mantienen, consulta al psicólogo para que pueda evaluar y tratar o asesorarte para que puedas ayudar a tu hijo a controlar el estrés.
Diferencia entre el estrés y otros estados de ánimo.
ESTRÉS Es una respuesta que se activa cuando la persona es expuesta a una fuerte presión ambiental y no tiene tiempo y/o recursos para ejecutarla de manera eficaz, lo que suele generar malestar.MIEDO Es una emoción instantánea y automática que se activa ante un peligro inmediato y nos prepara para la acción (huida o lucha).ANSIEDAD Es la emoción de miedo o temor con mayor intensidad y de forma más duradera.FOBIA Miedo extremo y desproporcionado que se activa ante un estímulo determinado (como las arañas, las alturas, los espacios cerrados). Es irracional, involuntario y de gran intensidad.
Estilos poco eficaces de enfrentamiento al estrés.
DEPENDIENTE. El niño muestra falta de autoconfianza, dificultad para aceptar las críticas, escasa asertividad y poca participación en actividades.REPRIMIDO. Se muestra extremadamente sensible, temeroso ante nuevas situaciones, tiene falta de confianza y se preocupa innecesariamente. PASIVO-AGRESIVO. Disminuye su rendimiento académico, posterga sus deberes, se muestra poco cooperativo y despistado.IMPULSIVO. Se vuelve exigente, desafiante, muestra dificultades en sus relaciones con otros niños, es excesivamente activo y descuida sus tareas

Reacciones de los niños que no saben controlar el estrés
* Lo acepta y se resigna porque vive la situación como fuera de su control y se somete a su destino.
* Siente que no puede controlar la emoción y se descarga exteriorizándola de manera intensa.* Para compensar su frustración, busca fuentes alternativas de satisfacción.
* Evita pensar en ello y recurre a fantasías o a negar la situación.

Los pasos del diálogo interno adecuado.
1.- Preparación: No hay razón para preocuparse. Lo superaré y estaré bien.
2.- Confrontación: Organízate. Hazlo paso a paso y sin correr. Puedo pedir ayuda si lo necesito. Ya he salido de situaciones peores.
3.- Afrontar el miedo: Relájate. Respira hondo. Presta atención a lo que tienes que hacer ahora.
4.- Anticipar consecuencias positivas: Cuando haya pasado, ¡te sentirás genial!
5.- Reforzar el éxito: ¡Logrado! Lo has hecho muy bien. Has comprobado que puedes relajar la tensión.

Síntomas de falta de administración de tiempo
* Precipitación.
* Vacilación entre alternativas.
* Fatiga y apatía tras horas de actividad no productiva.
* Incumplimiento constante de compromisos.
* Sensación de estar desbordado por las demandas.
Julia Silva García.

viernes, 5 de septiembre de 2008

ahorrar en la vuelta al cole

Septiembre es un mes complicado. Definitivamente se acabaron las vacaciones, los días son más cortos, empieza a refrescar, hay que volver al trabajo, comienzan los atascos y, como colofón, tenemos que hacer encaje de bolillos para costear la vuelta al cole de nuestros hijos.
Con la cartilla de ahorros todavía tiritando después de las vacaciones, tenemos que sacar de nuevo la tarjeta de crédito para pagar matrícula, libros de texto, ropa, material escolar, comedor… En conmishijos.com queremos contribuir a que no se te dispare el presupuesto. Intentaremos que tu carrito de la compra esté lleno de cosas útiles y al mejor precio.

Trúcos útiles para ahorrar
Libros de texto•
Las Comunidades Autónomas ofrecen distintos tipos de ayudas para la adquisición de libros de texto. En algunos casos, se establece un sistema de becas; en otros, un sistema de préstamos o cheques-libro. Consulta la web de tu Comunidad Autónoma y solicita tu beca cuanto antes.
• Con un poco de suerte, tus hijos pueden heredar los libros de sus hermanos mayores, primos o vecinos.
• La opción de comprar libros de segunda mano puede suponer un fuerte ahorro.
• No te dejes guiar por las ofertas de las grandes superficies: en muchas ocasiones, son las pequeñas librerías las que ofrecen descuentos más competitivos. Compara antes de tomar una decisión.
Material escolar
• Antes de comprar el material nuevo, haz inventario de lo que hay en casa.
• Escribe una lista de lo que es realmente necesario y escalona el gasto en función de las necesidades del curso. Si sois muchos de familia, aprovecha los packs de las grandes superficies. Si no, compra sólo lo necesario para este trimestre: los packs no siempre suponen un ahorro, pueden arrastrar a un consumo excesivo.
• Compra la mochila que mejor se adapte a las necesidades de tu hijo, que no es necesariamente la más cara ni la que está “de moda” este año.
Las marcas blancas son tus aliadas en estos casos.
Ropa y calzado
• Si tu hijo utiliza uniforme, aprovecha los packs de las grandes superficies para las camisetas, calcetines, chaquetas o jerséis.
• Si el colegio lo permite, no compres el uniforme en el sitio “oficial”: suele ser más caro.
• Si tu hijo no utiliza uniforme, planifica la ropa necesaria hasta las rebajas de enero: en ese momento, podrás adquirir lo demás a un precio más económico.
• Compra las prendas que así lo permitan un poco más holgadas: le durarán hasta final de curso. Pero cuidado con los zapatos: tienen que tener el tamaño adecuado. Consulta a los especialistas.
• No dudes en meter dobladillos o usar rodilleras: es la mejor forma de prolongar la duración de las prendas.
• Marca las prendas de tu hijo con su nombre: evitarás posibles pérdidas y tener que comprar a medio curso nuevas prendas.
• Utiliza marcas blancas siempre que sea posible.
• Busca el equilibrio entre calidad y precio. No siempre lo más caro es lo mejor. Y lo más barato, a veces, da mal resultado. Extras.
• Infórmate de las becas de comedor y transporte que facilita tu Comunidad Autónoma.
• Selecciona las actividades extraescolares que mejor se adapten a las necesidades de tu hijo: no le sobrecargues. La matrícula la pagas para todo el curso y, en muchas ocasiones, se desapuntan en el primer trimestre. Los ayuntamientos y las juntas de distrito suelen ofrecer multitud de actividades extraescolares a precios mucho más económicos.
Consejos para una buena compra
Compara precios antes de comprar: es cansado y laborioso pero, si realmente necesitas ajustar tu presupuesto, tendrás que hacer tu propio estudio de mercado.
Haz una lista de la compra antes de acudir al centro comercial si no quieres volver con el carrito lleno de cosas innecesarias y una factura superior a tu presupuesto.
Deja a los niños en casa siempre que sea posible y que no tengan que probarse nada. Los niños se sienten atraídos por las marcas, lo que se anuncia en televisión o lo último que han comprado sus amigos.
No a los créditos.
Evita, en la medida de lo posible, los créditos rápidos para pagar todos estos extras. Te solucionarán el apuro de momento pero supondrán un endeudamiento a medio y largo plazo.